MERCOSUR – “DÓNDE ESTÁS QUE NO TE PUEDO ENCONTRAR”


Por Fernando Javier MARCOS. 

En 1870 Juan Bautista Alberdi escribió  en su obra   “El crimen de la guerra” y bajo el acápite “Pueblo Mundo”, lo siguiente:  
A medida que el espacio desaparece bajo el poder milagroso del vapor y de la electricidad; que el bienestar de los pueblos se hace solidario por la obra de ese agente internacional que se llama el comercio, que anula, encadena y traba los intereses unos con otros mejor que lo haría toda diplomacia del mundo; las naciones se encuentran acercadas unas a otras, como formando un solo país”.   (ALBERDI,  J. B., “El crimen de la guerra”,  Bs. As., Editorial y Librería Los Creadores, 1984, p. 126-127).
Como pueden ver,  todo esto estaba inventado hace 150 años o más, e incluso desarrollado también por un ilustre argentino, quien fue nada más y nada menos que el “padre intelectual de la Constitución de la Nación Argentina”.
Así como otras tantas ideas que genialmente Alberdi trata en esa obra necesitaron de dos guerras mundiales para comenzar a dar algunos resultados concretos a nivel internacional,  la suerte de “nuestro”  Mercosur  era un final anunciado.
El fracaso a la fecha del “Mercado Común del Sur”  no está en éste,  el cual  como mercado común  debería haber logrado a esta altura  una verdadera (o relativa) integración regional que nunca se alcanzó,  sino en sus ACTORES (países),  en quienes los representan y “a quiénes estos —dicho sea de paso— también  representan”, es decir, al  “poder económico real”, básicamente egoísta, avaro y poco afecto por la “dignidad humana”.
Salvo excepciones,   los países  miembros  y sus autoridades nunca decidieron materializar  aquellos ideales que le dieron origen, como el concepto de lo “común”, de la “integración”,  del “desarrollo integrado” y, menos aún, el de la “solidaridad”, este último particularmente  referido por  Alberdi en la cita que he transcripto hace casi un siglo y medio.
Cada país, en mayor o menor medida,  continuó funcionando individualmente y eludiendo una “real integración” económica.  Terminaron haciendo cada uno de las suyas y, en el río revuelto que  existió y existe  en este caso,  Brasil siempre sacó la mejor tajada.
Si no me creen, analicen la evolución  —involución— de la  industria nacional y del comercio exterior de nuestro país,  e  indaguen sobre todos los procesos productivos que se fueron de nuestro país y se pasaron a la nación carioca.
Lamentablemente, a pesar de tratarse de una buena idea que podría haber hecho despegar económicamente a toda la región,  la ineptitud, la corrupción  y el egoísmo que a lo largo de los años han exhibido, en mayor o menor medida,  los diversos representantes de los países miembros,  han determinado que al día de hoy este mercado regional funcione en los términos y con el fin para el que fue  positivamente concebido.
Claro que no debemos olvidar, entre otras causas,   la natural  tendencia al “cipayaje” en favor de los grandes poderes económicos que siempre han encontrado por estas pampas “palenque  ande ir a rascarse” y  que en todo momento han boicoteado al Mercosur,
Ahora bien, en relación a la decisión del Gobierno argentino que ha trascendido, qué podemos decir.
¿Se equivoca el Gobierno al plantear sus diferencias y decidir apartarse de las negociaciones que se estaban llevando a cabo con Canadá,  Corea y Singapur?, tal vez sí, tal vez no, no me atrevo por ahora a dar una conclusión al respecto.
Convengamos en que, a esta altura, para los ciudadanos como este simple abogado que soy, son poco creíbles y confiables las versiones de quienes están  a favor o en contra, porque todo el tiempo manipulan la información, al igual que lo hacen los medios adeptos a uno y otro bando.
¡Qué lejos estamos!  de aquello que también resaltaba Alberdi en la obra que he mencionado al comienzo:
La prensa, es decir esta luz que se arrojan unas a otras las naciones, sobre todo lo que interesa a sus destinos de cada día, y sin cuyo auxilio toda nación pierde su derrotero y deja de saber dónde está y a dónde va; la prensa alumbrada por la libertad, es decir por la injerencia de los pueblos en la gestión de sus destinos, hace posible la formación de una opinión internacional y general, que suple al gobierno que falta al pueblo-mundo”. (Alberdi, J. B., op. cit.,  p. 126).
Lo que sí  me pregunto es, ¿qué hicimos como país  durante los últimos veintiséis años desde que se creo el Mercosur (1994)  para que la Argentina, en términos económicos, solo sufriera  un marcado deterioro en su aparato productivo, en gran parte trasladado o absorbido por Brasil?
¿Por qué la balanza comercial entre Argentina y Brasil siempre nos da en contra? ¿Por qué Brasil hace lo que quiere y cuando quiere?
Estas y otras dudas “practicas” son las que me hacen descreer, NO de la idea del mercado común y de la integración regional, sino de la real, honesta  y solidaria intención de los países que integran el Mercosur.     
La actual crisis económica y la marcada recesión que afecta a todos los países que lo conforman no es la verdadera causa. Solo  muestra lo que verdaderamente viene sucediendo hace años.
Veremos como sigue la historia, porque los hechos son los que mandan y van a dejar expuesta la verdad de las cosas.